Ahora además de todas las actividades que se me juntaron, tuve que lidiar desafortunadamente con lo inevitable. Una pérdida tan dolorosa que no supe ni cómo pude mantenerme funcional durante estos días. Fue exactamente hace una semana, el domingo pasado que el pequeño Lhátiz enfermó repentina y gravemente. Creo que esa es la parte que más impacta y duele, el verlo bien un momento y al siguiente ver cómo se enferma y sufre. Al intentar varios remedios y ver que no mejoraba, lo trasladamos al día siguiente al hospìtal de mascotas en la Universidad, en donde nos dieron la trágica noticia: Lhátiz efectivamente estaba muy mal y no había nada que hacer, más que la eutanasia humanitaria para evitar que siguiera sufriendo por más tiempo. Tal vez haya quienes crean exagerados a quienes hemos sufrido la pérdida de una mascota, pues precisamente dicen eso, es una mascota. Pero el contexto y las circunstancia que rodean la convivencia con dicho animalito, pueden llevar a crear vínculos afectivos muy fuertes con él. Y este era el caso. Todavía no terminaba de explicarme la doctora cuando yo ya sentía escurrir las lágrimas por mi rostro. Era evidente el paso a seguir y la confirmación llegó al verlo postrado en una fría plancha, sufriendo terriblemente. Con el pequeño Lhátiz vivimos muchas cosas y efectivamente se habían creado lazos muy especiales. De ahí la pena y el dolor que nos embargaron a mi hermana y a mí. Toda la semana no he sido el mismo, todos lo han notado y me lo han dicho, siempre he sido alguien que refleja su estado de ánimo y esta no era la excepción. La tristeza me invadió, la misma que me sigue atormentando al momento de escribir estas líneas. El poco consuelo que me queda es creer haberle dado a Lhátiz algunos años de felicidad y tranquilidad al recogerlo de la calle y haberlo llevado a mi hogar, en donde fue querido y adoptado. Espero realmente que haya sido así y espero encontrar resignación muy pronto porque el dolor sigue aquí, incluso ahora al escribir este post. Descansa en paz, pequeño Lhátiz.
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2 comentarios:
Hola,
Creo que no soy una lectora constante, no había entrado por aquí y hasta hoy que entre al asterisco me di cuenta de tu mansaje y me imaginé algo horrible, como lo que pasó exactamente, entiendo perfecto tu dolor, se que Lhátiz sin duda tuvo lo que un gato desearía con ustedes.
Lo lamento en verdad =(
Hola Dany, no te preocupes por no ser una lectora asidua, después de todo yo no era un escritor asiduo. Y con que me visites de vez en cuando está bien, sobre todo en momentos como este. A pesar de que poco a poco voy saliendo de la tristeza, sobre todo por pequeñas alegrías que he tenido en la última parte de septiembre, la realidad es que todavía me duele mucho. Lhátiz fue muy querido por nosotros y vivimos muchas cosas con él, así que te imaginarás la tristeza que nos invadió, era prácticamente de la familia. Ahora mismo escribiendo esto siento un nudo en la garganta, con eso te digo todo. Sin embargo, a pesar de todo, la vida sigue. The show must go one, aunque duela. Gracias por tus palabras y consuelo.
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