lunes, 13 de noviembre de 2006

Eduardo Guerrero: In loving Memory


Pues sí, hoy es un día triste para la raza. Hoy se cumple un año de la sorpresiva partida de Eduardo Guerrero Llanes. Mexicano de nacimiento. Chicano por convicción. ¿Por qué? Porque él se fue a trabajar al país de las hamburguesas, dispuesto a triunfar en donde ningún paisano lo había hecho. E iba a ser muy difícil. No hace falta decirlo, ¿verdad? La parte interesante de la historia es decir que lo logró. Triunfó. Y de qué modo. No sólo demostró que los mexicanos también pueden, incluso en profesiones en donde se pensaba que no. Eduardo fue un deportista. Y en un mundo exclusivo de deportistas norteamericanos, él alzó la bandera tricolor, tomó el estandarte de la “Raza” y triunfó. Y no tuvo que volverse gringo ni nada. El siempre fue fiel a sus raíces. Y nunca se olvidó de su gente. El le abrió la puerta a otros mexicanos para que lo intentaran y triunfaran también. Yo me confieso un gran admirador suyo. Y no sólo por el deportista triunfador (de hecho, el deporte que practicó en USA, el wrestling, no me gustaba y de hecho lo empecé a seguir por él). Sino más bien por el hombre que luchó contra serios problemas de adicciones, resultado de la vida tan difícil que llevó (tuvo una adicción a los painkillers y al alcohol). Pero Eduardo no sólo las venció. Regresó al lugar deportivo que había perdido por tales adicciones y no sólo recuperó su sitio, sino que lo superó con creces. No sólo dejó a un lado las adicciones, sino que se volvió ejemplo a seguir, habiéndose efectivamente regenerado y apartado por completo de ese mundo tan decadente. No cualquiera, señores, puede presumir de vencer al vicio y superar lo hecho antes. Eso, se llama vencerse a sí mismo, y como todo un guerrero, haciendo honor a su nombre (apellido de prosapia en el deporte mexicano) demostró ser el guerrero más poderoso: aquél que se vence a sí mismo. Una vida llena de triunfos y fracasos, pero también de perseverancia, llegó a su fin exactamente hace un año. Su corazón, cansado de tanto luchar, finalmente se detuvo, a la corta edad de 38 años y en la cúspide de su carrera. Pero el Latino Heat, como era conocido, nunca dejará de sentirse. Millones de personas lo recuerdan en todo el mundo. Simplemente, parte del nombre de este blog, (Latinus), si bien hace referencia a mi admiración por la cultura latina en general, también fue, en parte, motivado por su nombre de guerra. Que la vida de Eduardo, Eddie, siga siendo un ejemplo por donde quiera que se le vea: Ya sea como la prueba de que un mexicano puede triunfar en los lugares más insospechados o bien la demostración de que un hombre puede vencer handicaps que se antojarían insuperables. A final de cuentas, creo que ambos ejemplos representan la misma cosa. De ahí mi admiración por Eddie. Creo que no es necesario decir que este pequeño escrito, es en memoria de esa gran persona: Eddie Guerrero, el Latino Heat! Me voy, no sin antes despedirme con su tradicional saludo: Viva La Raza!!!!!

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